lunes, 14 de marzo de 2016

SANTA ROSA DE OSOS

Y"Vine al torrente de la vida
En Santa Rosa de Osos,
Una media noche encendida
En astros de signos borrosos".
(Porfirio Barba Jacob).

Santa Rosa de Osos, mi altiplanicie  querida y fría;    
donde el sol pide permiso a la neblina para calentar la ruana de los viejos paisanos; donde su frio y sus vientos, sus hijos biológicos, encogen los cuerpos y las almas. Santa Rosa, la vetusta y tradicional, sembrada de hermanitas de la caridad  y tapizada de clérigos, donde emergen el viejo seminario diocesano  sin seminaristas; el convento de las clarisas; el de las hermanas teresitas y la curia diocesana. Santa Rosa,  la del Cardenal Aníbal Muñoz Duque, Monseñor Crespo y Monseñor Builes, el obispo misionero que   prolongó sus brazos y sus pies en los padres javerianos y en las hermanas Teresitas.

Santa Rosa, la de las novenas de la Virgen de las Misericordias, donde asistíamos en formación, cantando el "compadece mis miserias con tu gran misericordia", todos a una voz, un río de gente y por las noches las retretas, al son de la música y la pólvora.

Santa Rosa, inundada de campesinos devotos los domingos;  que no retornaban a sus veredas sin antes "oír" la misa entera. En la escuela de Porfirio, que ahora cambió de nombre, donde aprendimos las primeras letras y los primeros números. Santa Rosa,  la de la Normal Pedro Justo Berrío, de los hermanos lasallistas; la del colegio de María Auxiliadora, donde estudiaban las niñas lindas, con caritas chapeadas, de almas tímidas, aunque actualmente creo que no tanto...

Santa Rosa, la de las papayuelas, los duraznos, los mortiños, cuya recolección nos ocupaba todo el día; las canicas, los trompos y los globos navideños; los paseos de olla y los sancochitos... Allí aprendimos al contacto del campo y de sus breñas el sin igual encanto de la naturaleza: los arroyos cristalinos, los pájaros cantores, los animales, los caminos polvorientos.

Santa Rosa minera ha mucho tiempo,
  Y minera ahora, explotada por extranjeros voraces.
Santa Rosa con sabor a los comestibles de las abuelas: a  "pandequeso", a quesito paisa, a panderitos, a buñuelos, a leche recién ordeñada.. Muchos nos fuimos de nuestra cara patria chica, a encontrarnos con los resquicios y curvas del camino de la vida. Qué bueno oxigenar de nuevo el corazón y embriagarse de recuerdos!!

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